lunes, 6 de julio de 2015

VAQUILLA 2015. PASEN Y VEAN



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Llegó la semana. Y como cualquier crío la víspera de reyes me va a costar dormir. La verdad es que éste insoportable calor no ayuda, pero la conclusión es la misma, estamos en la semana de Vaquillas. Bienvenidos.




He intentado enseñar esta bendita fiesta a mis conocidos foráneos. Entre amigos de Universidad y Deloitte me salen más de 60 amigos distintos que han visitado mi ciudad en estas entrañables fechas; mis premisas para ellos son las siguientes; “ésta es mi ciudad, ésta es mi familia, éstos son mis amigos de toda la vida, ésta es mi fiesta… pasen y vean.”

Y no comprendo mi Vaquilla sin ninguna de las premisas;

La Vaquilla es mi ciudad, pasar la tarde tomando anís en la plaza del Seminario, el estallido de la plaza al poner el pañuelo en el Torico, la bajada con la charanga por la calle “de F5G” bajo la torre del Salvador, ese primer remojón en el paseo del Óvalo, la ruta de remojones con la cuadrilla por el Ensanche, el comer sentado en la plaza San Juan, el domingo en la plaza de Toros, esas cañas absurdas en la plaza del Museo… Y así podría escribir una novela entera. Momentos, la Vaquilla es un cúmulo de momentos.

La Vaquilla es mi familia, mi madre planchando la ropa y diciéndome que me la pruebe por si no me vale (cada año me debes de ver más gordo, madre), mi padre recogiendo los escudos, mi abuela o mi tía cosiéndolos, el vermú del viernes con mis padres y mis tíos (Perales, mis primos pequeños te añorarán), el caldo de mamá que resucita a un muerto, la tarde del viernes con mi hermana en el Ajo o despertándola adrede a las 10 de la mañana para preguntarle si come en casa, mi prima en la charanga y esos encuentros insospechados en cualquier punto de la ciudad con el resto de la familia… Y así podría escribir una novela entera. Momentos, la Vaquilla es un cúmulo de momentos.

La Vaquilla es mi cuadrilla, esa jodida cuadrilla que no es capaz de reunirse más que en 4 fechas puntuales al año (entono el mea culpa) pero que el viernes a las 13h de la tarde se paraliza y se pega junta 4 días de auténtico duende. Cuatro días dónde verás a Rufo respirar profundo y venir a comer al bar Teruel, a Ángel de marinero o haciendo perros con globos, a Chupi soltar alguna colleja, lanzarte al suelo o comprarte una tarta, a Nachete dudar entre el mosto y la caña, a Jorge aparecer de sorpresa el lunes con más fuerza que un toro, a Aragonés ganando un campeonato del Despadre, a Pedro con Rocío en todos los sitios (iré a la Botera y allí os encontraré), a Junior diciendo; “no  me jodas, que ese JB con naranja no me lo pienso beber”, a Ester serena a las 6:30 en Faltabán preguntándome: “José, ¿qué haces?”, a Diego invitándote a un Calimocho en el Ajo… Y así podría escribir una novela entera. Momentos, la Vaquilla es un cúmulo de momentos.

La Vaquilla es mi fiesta, esa fiesta de calle, dónde te haces amigo del foráneo más macarra (Decir con una sonrisa: “Cómo vuelvas a romper la rama de un árbol de mi ciudad, te la parto en las costillas”) o de la más pija (“Haz el favor de mancharte un poco, que pareces salida de Conde Altea”). Esa fiesta que cuando suena por primera vez la charanga, te pone los pelos de punta, esa fiesta que encuentra el punto en el surrealismo, en una esquina está actuando Camela y en la siguiente Paco Pil, esa fiesta de barra, esa fiesta de día, de viejos y niños…

Esta Vaquilla, me apetece especialmente, intuyo que va a ser un punto de inflexión, la primera de muchas…

Al principio he dicho que he invitado a un total de 60 personas distintas a mis fiestas, y se explica muy sencillo: “Estoy orgulloso de mi ciudad, de mi familia, de mi cuadrilla y de mi fiesta”

Viva la Vaquilla COJONES!



Pd. Nunca suelo escribir artículos tan personalistas, pero la ocasión lo merece. Invito al lector ajeno a este entorno tan cercano que venga y que disfrute de todos los momentos que la fiesta le va a deparar.

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