miércoles, 25 de diciembre de 2013

Armageddon: la elección de tus vaqueros

¿Qué tal, caris? ¿Olvidadas? ¿Desamparadas en este blog? ¡Eso lo vamos a solucionar! Ha llegado vuestro espacio personal, ése que tanto os gusta leer y consultar para el óptimo funcionamiento de vuestra vida cotidiana. Porque, para qué negarlo, nuestras vidas están llenas de incertidumbres y quebraderos de cabeza continuos. Lo mejor para entenderlo es tenernos cerca las unas a las otras, y para eso voy a compartir mis conocimientos con vosotras en este sitio hasta hoy ocupado solamente por el género masculino.

Para empezar, he estado, vulgarmente hablando, "dejándome los cuernos" para elegir el primer tema a tratar con vosotras, como inauguración de de una serie de notas que os haré llegar periódicamente y en la medida que mi ajetreada vida me permita dedicar.

Decía que, tras mucho divagar, he concluido hablar de una cuestión que nos preocupa a todas hasta límites insospechados y que, chicas, digámoslo, nos ha hecho derramar más de una lagrimilla: ¿cómo elegir los vaqueros que mejor nos sientan?

Amigas, a todas nos encanta esta prenda; pero dar con aquél que nos satisfaga plenamente es sumamente difícil. El mercado nos ofrece una amplia gama de este producto, ya sea en formas, colores, estilos.... Un cúmulo de impedimentos que merman nuestro bienestar.

Espero que esta guía os ayude a solventar los obstáculos que el mundo nos obliga a hacer frente...

Comenzamos. Mari, si te has pasado de dulces estas navidades y has ensanchado tus volúmenes en sentido apaisado, ni se te pase por la cabeza comprarte unos vaqueros de color claro. Lo único que conseguirás con eso será parecer un león marino. Sin comentarios acerca de unos vaqueros blancos. No. En serio, no.


Si en cambio te obesiona tu figura, controlas tu peso, y solamente comes piña en su jugo desde hace meses, te comprarás unos vaqueros lo más oscuros posible y pitillo, claro está. Te veras estupenda y superdelgada, sílfide, nívea... pero realmente estás adquiriendo la apariencia de una yonqui asquerosa. Otra vez. No.

Los vaqueros desgastados son lo más "in". Están rotos, descoloridos, en la tienda se salen, pero ese agujerito tan llamativo, al segundo lavado es un boquete enorme y, todo sea dicho, muy estético, muy estético... no es. Más aún si el resto del pantalon está tan hecho polvo y blanquecino como si te hubieras sentado sobre una barra de pan de pueblo.


Para mis chicas más valientes tenemos los vaqueros con decoración. ¡Qué maravillosas tachuelas, qué luminosidad la que desprenden esos brillantitos adheridos al culo o en los bolsillos delanteros...! Si ya descienden hacia el muslo en un sugestivo degradado multicolor y le añadimos unos pequeños detalles cosidos a mano, me derrito. Los bordados, a ser posible, que incorporen flores de colores, mariposas o letras chinas. Sólo de pensarlo, salivo copiosamente.


Vaqueros acampanados. Ideales para llevar con botas camperas. Si en la disco nos ponen Coyote Dax, nos haremos las amas.

Vaqueros de toda la vida. Ésos que costaron tanto de encontrar, que llevan tantos años con nosotras que hasta nos los dejamos puestos para dormir. Porque nos hacen un culo tan guay.... Y a ellos les encantan!! Además, la erosión de la entrepierna no se ve si me siento con las piernas cruzadas; y los bajos los he sujetado por dentro con un imperdible porque antes molaba mucho pisarse los vaqueros al andar. En cambio, eso ahora es de pobres. ¿¿¿Pero renunciar a mis vaqueros de ligar??? ¡Ni hablar! ¡¡Vaya retaguardia!!

Punto y aparte son los monos vaqueros. Tuvieron su apogeo. Nos movíamos en la era de los 16 bits. Nos daban un envidiable aire casual y en el bolsillo del peto podías guardar de todo. Los tirantes regulables... Las más modernas hasta nos dejábamos un tirante sin abrochar, en un descuidado gesto que volvía cabezas por la calle. Si el mono era estrechito y ajustado, ideal para ir a la discoteca. Al repartir tus enseres en los miles de bolsillos, te ahorrabas la pasta del guardarropía. Si, en cambio, era más bien holgado, se adquiría una imagen más malota, como de rapera, y así te hacías respetar. En eso no me puedo detenr más tiempo, porque esta variedad de la prenda que tratamos ocuparía páginas y páginas de reflexiones. Pero la echamos en falta y desde aquí hago un llamamiento para reivindicar su regreso.

Por cierto, ¿qué pasó con las tiendas que solamente vendían pantalones vaqueros? Si hacéis memoria (cuesta, nenis, pero intentadlo) os acordaréis de aquellos locales, en líneas generales decorados con madera, con estanterias altísimas atestadas de estas telas tan preciadas, con escaleritas a las que encaramarse hasta alcanzar el objeto deseado.

Normalmente se conocían con nombres en inglés, misteriosos e insinuantes. Como por ejemplo Factory, Authentic, Stylewest, etc. Las bienaventuradas que por elección divina allí conseguían trabajar nos agasajaban con miles de modelos distintos a cada una de nuestras visitas. Nos observaban con sus ávidos ojos y nos decían: "Éstos te van a sentar geniaaal". Aaaahhhhhh. Benditas palabras. Y el añadido indispensable: "Yo los tengo iguales". Maldita seas, cómo lo haces???!!!! Me los llevo puestos. ¿Tienes unas tijeritas para cortar las etiquetas, por favor?

Sí.... Eran paraísos textiles. Queriamos vivir en ellos. El olor a madera, la buena atención, música sureña, adornos de vacas y sombreros de paja. El más profundo Mississippi.

Ahora hemos cambiado esto por tiendas más corrientes. Donde nos venden vaqueros, bufandas, zapatillas de deporte y tres braguitas por ocho euros de una sola tacada. Vale. Aquí me cuestan treinta euros y en Mississippi setenta... pero ese gozo no se paga con dinero. Hacerte amiga de la dependienta tampoco y que encima la bolsa fuera tan bonita... ¿qué?

Amores, os dejo con estas líneas. Espero que sigáis mis consejos y no desesperéis, Lulú quiere lo mejor para vosotras y volveré pronto

Besitos


Lulú Valière

1 comentario:

  1. Me regocijo de alegría al sentir una presencia femenina en este blog! Enhorabuena y que la literatura te acompañe!

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