jueves, 9 de enero de 2014

Cine. Varias obras maestras, una buena película y un desecho de celuloide

La gran belleza. La grande bellezza. Paolo Sorrentino

Sorrentino ha hecho algo muy difícil: el personaje de Jep Gambardella, interpretado impecablemente por Toni Servillo, perdurará en la historia del cine. Jep, periodista y novelista-que-nunca-fue, se mueve por los lugares comunes de la alta sociedad de Roma con admirable soltura. Su conversación, su saber estar, su elegancia, sus maneras, encandilan a todo hombre y mujer a su alrededor. Sin embargo, Jep evoca melancólicamente un momento de su primera juventud, un instante perdido que no recuperará.

Es ésta una cinta que homenajea la ciudad de Roma, con la que es fácil caer fascinados por su belleza, como si fuéramos atacados por el síndrome de Stendhal. Con La gran belleza hay que dejarse llevar por su exuberancia, por su perfección. Dice Sorrentino que esta película “justifica las contradicciones, la belleza, las escenas de las que he sido testigo y de la gente que he conocido en Roma”. Superar lo mundano, lineal y estanco y dejarse llevar por la pasión, lo eterno, lo inmortal, lo atemporal. De eso se trata.



 

A propósito de Llewyn Davis. Inside Llewyn Davis. Joel y Ethan Coen

La nueva película de los hermanos Coen nos presenta a Llewyn Davis, una suerte de hipster del Greenwich Village de los años 60, cantautor folk de escaso éxito, sin un dólar en el bolsillo, un apartamento donde vivir o una saludable vida social. Un perdedor, en definitiva. Pero, al contrario que el Nota de El Gran Lebowski, Llewyn no genera empatía con el espectador. No deseamos que su historia personal tenga un final feliz, que el aforo de sus conciertos aumente, que su complicada relación con Jean se resuelva. Llewyn pierde al gato de un amigo y lo busca desesperadamente; queremos que encuentre al gato, pero no por darle alivio a nuestro antihéroe, sino por el bienestar del gato y la tranquilidad de su amigo. La paliza que le infligen a la salida de un bar se la damos todos.

Sin ser una película redonda (en ciertos momentos adolece de ritmo narrativo, de elementos con los que mantener la atención del espectador), A propósito de Llewyn Davis ofrece un retrato convincente de la patética vida del protagonista, con momentos estelares cuando aparecen estrellas  del calibre del inmenso John Goodman, F. Murray Abraham o el propio Justin Timberlake en la grabación de la hilarante canción Please Mr. Kennedy, de la que, por supuesto, Llewyn, en una jugada del destino, jamás verá royalties. La azarosa vida del perdedor.




Amor. Amour. Michael Haneke

Anne y Georges son dos profesores de música retirados que conviven en un apartamento de París. Repentinamente, una mañana Anne sufre un ataque que le obligará a necesitar los cuidados intensivos de su marido. Su rutina, por tanto, cambia radicalmente, siendo la asistencia a Anne el único centro de atención de sus vidas.

Haneke plantea un drama al espectador del que no puede escapar, forzándole a tomar partido, a poner en juego sus principios y valores. Una puesta en escena fría y descarnada, pero también cercana. Una auténtica prueba de fuego narrada sin populismos ni falsedades.

12 años de esclavitud. 12 years a slave. Steve McQueen

Solomon Northrup, hombre libre de raza negra residente en Nueva Inglaterra, es engañado, secuestrado y finalmente vendido a un traficante de esclavos. Trabajará durante doce años, de plantación en plantación, hasta que milagrosamente es rescatado. Una historia real, que el propio protagonista captó en un libro de notable éxito, que saca a la luz la terrible barbarie que durante más de doscientos años perduró en los Estados Unidos.

El director británico Steve McQueen pone sobre la mesa una historia dura, de la que no elude ningún elemento: “me han dicho que hay gente que ha tenido que salir de la sala de cine y, francamente, no puedo culparles por ello. No he querido quitar nada de lo que sucedió porque esas cosas son parte de la historia de Solomon”. McQueen, autor también de Hunger y la extraordinaria Shame, añade en una entrevista concedida a Esquire: “a mí me gusta desafiar a la audiencia, encontrar ese punto de ruptura y tratar de ir más allá. Creo que el respeto por el espectador debe ser primordial y que respetarlo es desafiarlo”.

La película se apoya en las magistrales interpretaciones de Chiwetel Ejiofor y Michael Fassbender,  probablemente uno de los mayores actores de la actualidad, además de un elenco de secundarios entre los que destacan el siempre desconcertante Paul Dano, Paul Giamatti y Brad Pitt. 12 años de esclavitud es una cinta destinada a remover conciencias, incómoda, pero con la certeza de que lo que cuenta es lo que realmente pasó.



Spring breakers. Spring breakers. Harmony Korine

En algunas publicaciones (malditas ratas malnacidas) aparecía esta película entre las 20 mejores del año, lo que nos llevó a echarle un vistazo. Les recomiendo que no repitan nuestro error. Será hora y media de sus vidas que habrán malgastado.

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