Que la sociedad, y los valores inherentes a ella se han ido
modificando con el paso del tiempo es algo que ya no pilla por sorpresa a
nadie. Que un niño prefiera jugar a la videoconsola en vez de jugar a toros con
sus amigos, tampoco. Que ahora la única
preocupación de los padres es tener a los muchachos entretenidos, sea como sea,
menos aún. Por lo menos a mí. Ahora bien, el sobre-proteccionismo de los padres
de hoy en día sobre sus hijos ha alcanzado cotas insospechadas para aquellos
que aún tuvimos la suerte de recibir un cachete cuando hacíamos trastadas, o
llevarnos una buena bronca por sacar malas notas. Asumíamos la culpa,
agachábamos las orejas, y hacíamos todo lo posible para no volver a decepcionar
de tal manera a nuestros padres… y de paso así nos evitábamos la
correspondiente colleja.
Sin embargo, asisto atónito al proceder de los padres de hoy en
día; esos padres jóvenes que crecieron en época de incremento del bienestar
social y que, ¡vaya por Dios!, parecen haber olvidado todo aquello que les inculcaron
sus progenitores, hoy abuelos.
Valores como el esfuerzo, la integridad, la responsabilidad en las
obligaciones –que sí, que los niños también las tienen- o el respeto a sus
iguales y superiores, son aspectos cada vez más olvidados a la hora de educar a
esos locos bajitos y que permiten apreciar cuán bajo hemos caído como entramado
social. Hoy en día, lo importante no es que tu hijo saque buenas notas, se
esfuerce, se porte bien con sus amigos en clase o con sus primos, aprecie lo
que tiene, respete a las figuras influyentes en su vida (maestros, abuelos…)… No. Nada de eso. Ahora lo
importante es que mi hijo esté entretenido, sea el mejor vestido, el más
espontáneo (con lo que esto conlleva), el que más juguetes tenga y, por encima
de todo, que nadie me lo toque. Nadie. “¿Cómo se le ocurre al maestrillo este
echar a mi hijo de clase? ¿Y encima le suspende? Se va a enterar.” Y claro,
sucede lo de la viñeta adjunta. Lamentable.
Señora, señor: Ustedes son los padres y como tales han de actuar. ¿Hay
miedo hoy en día a decirle “no” a un hijo? ¿Se es consciente del peligro que conlleva educar a su hijo en la espiral del “todo vale”? ¿Qué
es eso de ser amig@ de su hij@? Como dice este genial juez de menores, Don
Emilio Calatayud: “Si me hago amigo de mi hijo, lo dejo huérfano”. Reflexionen.
En ese sensible límite que va de ser un padre moderno a ser un criador
sin valores éticos coherentes, muchos caen del lado equivocado, sin obviar su
buena intención, por supuesto. Pero, leches, busquemos lo mejor para los críos
mirando a largo plazo, no para evitar la rabieta del momento. Si no es así, se
corre el riesgo de vivir permanentemente bajo la dictadura del hijo, y, cuando
te das cuenta, ya es tarde. Ya le ha salido bigote al crío. Ya le ha venido la
regla a la niña. Y a partir de ahí, señoras y señores, que Dios nos coja
confesados…
En definitiva, dejémonos de Tablets, Bollycaos, y carantoñas, volvamos
a las canicas, los bocatas de mortadela y las collejas. No somos perfectos los
ochenteros-noventeros, por supuesto, pero crecimos en un clima sano y llenos de
valores que parece mentira que en un periodo de tiempo tan corto, se hayan
llegado a olvidar. A veces, hay que mirar al pasado, para no perder el futuro.
PD: Imprescindible esta charla del juez de menores Don Emilio
Calatayud. Si eres padre/madre/educador, haznos el favor y mírelo.
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