jueves, 5 de diciembre de 2013

África se vende

“Los ejércitos caminan sobre sus estómagos”. Napoleón

Para inaugurar esta sección me gustaría dar difusión a un tema que está pasando en gran medida desapercibido y que quizá sea aún desconocido para muchos.

La realidad es que en los últimos años se está produciendo un incremento de las ventas de tierras en todo el mundo, y concentradas sobretodo en el continente africano y el sudeste asiático.

Se trata de un tema muy complejo y que daría para escribir prácticamente un libro, por lo que vamos a tratar de extraer aquellos aspectos relevantes y más críticos.

A simple vista este hecho puede parecer muy lejano, y carecer de importancia, sin embargo las consecuencias y las perspectivas a largo plazo serán demoledoras para sus habitantes. Una vez más se trata de operaciones firmadas entre los gobiernos de turno y los famosos fondos de inversión, donde el interés general queda absolutamente vulnerado y pisoteado.

El origen de las transacciones de los principales países compradores se encuentran en Estados Unidos, Malasia, Emiratos Árabes, Reino Unido, India, Singapur, Arabia Saudí, China y Corea del Sur, que han adquirido aproximadamente unas 33,5 millones de hectáreas, que es aproximadamente la superficie de Alemania (35,7 millones de hectáreas).

Una vez vista la lista de los principales países compradores, parece claro, que la contraparte van a ser los perdedores de siempre. Estos son los pobres países que van a ser esquilmados por las grandes corporaciones y gobiernos mundiales:
  •  Papúa Nueva Guinea: 3,8 millones de hectáreas.
  • Indonesia: 3,6 millones de hectáreas.
  • Sudán: 3,5 millones de hectáreas.
  • República Democrática del Congo: 2,7 millones de hectáreas.
  • Mozambique: 2,2 millones de hectáreas.
  • Liberia: 1,4 millones de hectáreas.
  • Brasil: 1 millón de hectáreas.
  • Etiopía: 0,9 millones de hectáreas.
Estos datos corresponden con transacciones cerradas, si bien, el volumen de transacciones que han fracasado o que se están estudiando supera ampliamente las transacciones cerradas, por lo que esta cifra no va a parar de aumentar a largo plazo.

Podéis consultar todos los detalles en esta web:

Pues bien, el objetivo de dichas inversiones, fundamentalmente no es otro que poder explotar los recursos naturales que ofrecen estos territorios, y utilizarlas con fines comerciales como la producción de biofuel o aceite de palma o bien para cultivar cereales, maíz, algodón o arroz que son exportados a otros países, provocando que se reduzcan los recursos hídricos de la zona, las masas forestales, y limitando el acceso a las tierras y en consecuencia los recursos alimentarios a la población local.

Curiosamente, y mira que la casualidad es grande, el año donde se empezaron a incrementar el número de operaciones fue el 2008, siendo los principales inversores China, India o Arabia Saudí.

Por poner un ejemplo claro, Etiopía, uno de los países afectados por la actual hambruna, ha ofrecido tres millones de hectáreas de tierra cultivable a inversores extranjeros de India, China, Pakistán, Arabia Saudí, entre otros. El negocio no podría ser mejor: 2.500 km2 de tierra virgen productiva a 700 euros al mes, con un contrato a cincuenta años. Sinceramente, suena a auténtico disparate.

No hay que olvidar que los chinos y los indios representan, prácticamente el 50% de la población mundial, que se sitúo en 2011 en los 7.000 millones de habitantes. Por lo tanto, es lógico pensar que con los recursos de que disponen será complicado dar de comer a todos los chinos e indios (aunque hoy en día ya se coman cualquier cosa), si no van empezando a quedarse con los alimentos de otros. No me quiero ni imaginar lo que puede pasar si hay a 1.000 millones de chinos e indios sin nada que llevarse  la boca en unos pocos años.

Mismo caso para Arabia Saudí, que podría encontrarse con graves problemas de abastecimiento de alimento en el medio plazo para su población. ¿Lechugas por petróleo?

Las estimaciones según Naciones Unidas, son que para el año 2050, alcancemos la cifra de los 9.600 millones de habitantes, y lo más importante es que más del 60% de la población se concentrará en zonas urbanas.

Una vez más, todo esto queda impune a los ojos de los grandes organismos internacionales que dejan hacer a sus anchas a los de siempre, sin importar en absoluto las consecuencias que puedan provocar.
  
No hay que olvidar que vivimos en un mundo global y que por tanto todo está conectado. Bien. Volviendo a casa, todos estos hechos son contrarios a la actual situación del sector primario nacional, donde la agricultura, ganadería y pesca, se encuentran en pérdidas constantes y con unas rentabilidades que están llevando al continuo abandono de los negocios.

¿Existiendo un mercado potencial tan descomunal, como es posible que los productores no sean capaces de rentabilizar nuestros enormes recursos y productos de calidad? El mensaje que se traslada es que se debe a nuestros problemas estructurales y falta de competitividad, condicionado una vez más por una red de productores muy atomizada y dispersa. La realidad, es que la guerra de precios actual está destruyendo por la vía rápida toda posibilidad de maniobra de los productores, y que se agrava aún más por los enormes márgenes que obtienen los grandes distribuidores respecto al precio pagado por la materia prima.

Bien, una vez más todo esto puede parecer muy lejano, incluso no tener ninguna relación, o absolutamente todo lo contrario. En cambio, si somos capaces de levantar la cabeza, el hecho es que si progresivamente, la capacidad para controlar la oferta va en aumento derivada de la expulsión del mercado de aquellos “menos eficientes”, unido a que los recursos van a ser más escasos, lo único que va a ocurrir es que el precio empezará a subir y a subir. Para este momento, solo cuatro controlarán el mercado, entonces nadie entenderá nada, y muchos más empezarán a pasar hambre.

Por tanto, hay que fomentar en la medida que buenamente cada uno pueda, el acudir a los pequeños distribuidores (mucho más cercanos normalmente a los pequeños productores), y a la compra directa a los productores a través de internet, donde obtendremos productos con una calidad imposible de comparar y una relación calidad-precio inigualable para cualquier gran distribuidor.

Para rematar y esperando que alguien haya llegado al final, os dejo la siguiente reflexión que fue propuesta por primera vez en el libro de Marty Rubin “The boiled Frog Syndrome”


Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que suele gustarle a la rana. Pero ella no se inquieta y además el calor siempre le produce algo de fatiga y somnolencia. 

Ahora el agua está caliente de verdad. A la rana empieza a parecerle desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se limita a aguantar y no hace nada más. Así, la temperatura del agua sigue subiendo poco a poco, nunca de una manera acelerada, hasta el momento en que la rana acaba hervida y muere sin haber realizado el menor esfuerzo para salir de la cazuela.
 
Si la hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a cincuenta grados, ella se habría puesto a salvo de un enérgico salto.
 

“Es un experimento rico en enseñanzas, dice el autor. Nos demuestra que un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía”.

1 comentario:

  1. Muy buena reflexión! Todo esto unido a que esos alimentos coticen en mercados sin escrúpulos puede ser un grave problema en el futuro, por si acaso, me dejare un "frau" en el huerto pa cultivarme mis cereales.
    Mucha suerte a todos en vuestro nuevo camino.

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