Todo
comenzó un primaveral domingo del mes de mayo cuando decido, por
voluntad propia, conceder parte de mi tiempo a la montaña y la vida
en la intemperie. Lo que parecía llegar a ser un apacible día con
restos de otros vestigios humanos casi se convierte en una tortura,
perdida en los caminos forestales de las montañas colindantes al
término municipal de Enguera.
El
paisaje se sucede con tal similitud a nuestros ojos que empezamos a
dudar si estamos dando vueltas al mismo sitio una y otra vez. Mientas
dure la luz del sol, no tengo problema; me digo mientras compruebo en
mi mochila los víveres de que dispongo por la posible y mala fortuna
de tener que pasar la noche al raso.
Cálmense,
mi supervivencia no es lo que más me preocupaba en ese momento. Por
factores que ahora mismo no vienen al caso, fui a parar a un grupo de
excursionistas unidos entre ellos por un factor común: los ritmos
caribeños.
Secuestrada
en el vehículo de uno de ellos, fui torturada hora tras hora
mientras acariciaba con la mirada las cumbres de la Canal de Navarrés
cual reo con las agujas ya inyectas en sus brazos.
En
mi encierro, las letras sensuales se iban apoderando de mi ser. Mis
verdugos cantaban a la vez que el compact disc giraba sin descanso.
Una y otra vez. Sus hombros se alzaban al son de las notas musicales
e incluso soltaban el volante si la ocasión requería un giro
inesperado de muñeca. Sus ojos se cerraban con sentimiento
anhelantes de llegar pronto a la ciudad y acudir a la llamada de esos
templos de martirio, identificados por lo general con nombres
tropicales, dulzones y pegajosos.
Explícame
por qué razón no me miras
La cara será que no quieres que note
Que sigues enamorada tus ojos demuestran
Pasión y falsos sentimientos por el hecho
De tú rechazarme mientras tiembles por dentro te voy a ser sincero y confieso
No te miento te extraño y a pesar que transcurrió
Tanto tiempo aún guardo tu retrato.
Y a dónde irá esté amor todita la ilusión
Me pregunto a cada instante conmigo no podrás,
Te conozco de más, tú todavía me amas,
No importa que hoy te alejes de mí,
Me extrañarás mañana.
La cara será que no quieres que note
Que sigues enamorada tus ojos demuestran
Pasión y falsos sentimientos por el hecho
De tú rechazarme mientras tiembles por dentro te voy a ser sincero y confieso
No te miento te extraño y a pesar que transcurrió
Tanto tiempo aún guardo tu retrato.
Y a dónde irá esté amor todita la ilusión
Me pregunto a cada instante conmigo no podrás,
Te conozco de más, tú todavía me amas,
No importa que hoy te alejes de mí,
Me extrañarás mañana.
Mi
subconsciente repite los versos que recorren mi sistema nervioso,
llegando hasta mis pies, que comienzan a danzar al son latino casi
sin darme cuenta. Obligan con adentrarme entre ellos, con llevarme a
uno de esos viciosos santuarios y yo me aferro al cinturón de
seguridad implorando a todo dios que me escuche que me saque pronto
de aquel paraje, que me aleje de ellos o que me llame a su bendita
gloria.
Todavía
me une a ellos la desesperación por encontrar la salida y volver
sanos y salvos a casa, por lo que trato de conservar cierto grado de
empatía. Irónicamente, son mis carceleros los que a su vez van a
concederme mi libertad.
El
vehículo se detiene a mitad de camino y mi terror va en aumento. Ya
está. Terminó. Me van a dejar tirada de pies y manos a merced de
cualquier animal salvaje. Cuál es mi sorpresa cuando dos de los
individuos descienden del coche y dan comienzo a un ritual dantesco
que soy incapaz de tolerar. Decibelios aumentan, manos testigos del
acontecimiento aplauden y dos de ellos danzan entrelazados entre sí
en un enredo de caderas y obscenos rozamientos. Trato de escapar en
el momento preciso en que el trance se apodera de ellos, pero las
puertas traseras tienen seguro anti niños y mis esfuerzos resultan
infructuosos.
Como
si de la danza de la lluvia se tratara, este jolgorio repentino ha
dado sus frutos y una carretera asfaltada aparece en nuestro campo de
visión, para celebrado regocijo de ellos; para eterno alivio mío.
No
sabrán ustedes jamás, cuál fue la sensación que me produjo llegar,
4 horas después de mi cautiverio, a mi coche, encender la radio, y
que las guitarras de los Rolling Stones entonaran mi codiciado
“Satisfaction”....
I
can't get no satisfaction,
i can't get no satisfaction.
'cause i try and i try and i try and i try.
i can't get no, i can't get no.
i can't get no satisfaction.
'cause i try and i try and i try and i try.
i can't get no, i can't get no.
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